Prepara los calabacines: Lava los calabacines y corta los extremos más estrechos, reservándolos para otras recetas (como pisto o puré). Corta los calabacines por la mitad a lo largo y colócalos en una bandeja de horno. Haz pequeños cortes transversales en la pulpa sin llegar a la corteza. Añade una pizca de sal y un chorrito de aceite. Hornea durante 10 minutos a 180°C para que se ablanden ligeramente. Déjalos enfriar.
Vacía los calabacines: Una vez fríos, extrae la pulpa con cuidado utilizando una cuchara y resérvala.
Prepara el relleno: En una sartén, calienta un poco de aceite de oliva. Sofríe la cebolla y el ajo picados hasta que estén dorados. Añade la pulpa de los calabacines y cocina por unos minutos. Agrega la carne picada de pollo y salpimienta al gusto. Cocina hasta que la carne esté casi hecha, luego añade la salsa de tomate casera y cocina unos minutos más. Reserva.
Haz la bechamel sin gluten: En un cazo, derrite la mantequilla a fuego medio. Añade la harina Schär y remueve constantemente durante un minuto. Vierte la leche (o bebida vegetal) poco a poco, removiendo para evitar grumos. Cocina a fuego lento hasta que espese. Añade sal, pimienta y una pizca de nuez moscada.
Rellena los calabacines: Coloca las mitades de calabacín en una fuente para horno. Rellénalos con la mezcla de carne y cúbrelos con la bechamel. Espolvorea el queso rallado por encima. Nosotros utilizamos una mezcla de cuatro quesos y terminamos con un poco de parmesano rallado, ¡nos encanta el queso!
Hornea: Precalienta el horno a 200°C. Introduce la fuente y gratina durante 10-15 minutos, o hasta que el queso esté dorado y burbujeante.
Sirve y disfruta: Deja reposar los calabacines unos minutos antes de servir. ¡Te sorprenderás de lo rápido que desaparecen del plato!